Relatos cotidianos: las difusas enseñanzas de la muerte.
Hola. Rosa Virginia perdió dos de sus tres hijos por esa manifestación antropológica de naturaleza primitiva llamada violencia. En momentos diferentes, sintió en primera persona eso que mucha gente repite -sin estar muy seguros de su significado: la muerte de un hijo no se supera jamás, tan sólo se vuelve tolerable. Tolerar. Soportar. Permitir, aunque no guste. Hay quienes se llenan de rabia y rencor. Hay quienes prefieren olvidar. Otros, deciden morir en vida. Rosa Virginia decidió seguir, en sus términos. Trabajando y, sobre todo, disimulando. Una visita semanal a la peluquería la haría ver una mujer completa, alejada de la devastación personal que la tragedia lleva implícita, ¿no es así?... Se entregó a su trabajo, a su comunidad, a su hijo. Quizás allí sentía alivio, sintiéndose útil. O quizás era lo necesario para no pensar. Y fue en ese no querer pensar, en ese no permitirse sentir, que Rosa Virginia se volvió permisiva ante la muerte. Dicen que lo "normal" es que los h...