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Mostrando entradas de diciembre, 2011

De cómo, en un segundo, nos damos cuenta de lo tontos que somos...

Saludos. Hace un par de semanas, fui con mis compañeras y compañeros de trabajo a entregar regalos en una casa hogar, como parte de una ya tradicional actividad navideña. Allí, tenían niños y niñas con edades que iban desde unos cuantos días de nacido hasta los nueve años. ¿Por qué llegaban a ese lugar? Múltiples razones: abandono de los padres, incapacidad manifiesta de éstos para asumir tal rol, desintegración familiar... En fin. Dado que no sabía qué esperar, fui con expectativa cero. Eran veintitantos niños y niñas llevando una vida tan "normal" como fuese posible, con sus respectivas obligaciones académicas e inquietudes recreativas. Mientras entregábamos los regalos, vi las reacciones que tenían esos pequeños. Y me di cuenta que no sentía pena por ellos, en lo absoluto. Ellos estaban muy por encima de sus circunstancias, haciéndose una vida propia, siendo felices y sonriendo por los pequeños momentos como ese. Y fue justo en ese momento, allí, cuando me di cuenta