Relatos Cotidianos: Lo definitivo de las pérdidas.
Saludos.
Si alguna vez Mary lo imaginó, seguramente nunca fue tan doloroso como la realidad que ahora enfrentaba: Susana, su madre, a quién le dedicó el más profundo y auténtico rencor, había muerto.
“¿Por qué me duele tanto?”, se preguntaba una y otra vez, en medio de los tormentosos pensamientos que habitaban su mente. No era sencillo mantener la entereza ante la pérdida de quien le había dado mucho más que la vida: Susana la había llenado de motivos para seguir adelante, para probarle que no iba a destruirla, para demostrarle que era mejor que ella. En su alma estaban las marcas emocionales de esa cruzada contra lo que el destino había elegido para ambas: ser madre e hija. Pero en su mente todo estaba borroso, ya no encontraba esas imágenes que reforzaban el deseo de revancha cada vez que su alma pedía a gritos una tregua. Ya no recordaba con tanta claridad las dolorosas circunstancias que las alejaron.
Y fue entonces cuando empezaron a brotar aquellos recuerdos que parecían haber sido sepultados en el confín, cuando el rencor aún no había marchitado los corazones. Las dulces palabras de Susana hacia su niña, recostada en el regazo de su madre como tantas tardes en La Vela de Coro: “mi muchachita”, le decía, mientras le acariciaba el cabello. Cercanas, íntimas, afectuosas. Es difícil saber cómo algo así terminó de tal forma, quizás ninguna de las dos lo supo. Sólo sucedió, inevitablemente.
¿Se perdonaron? ¿Lograron reconciliarse antes de la separación definitiva?
No, no lo hicieron. No podían. Era demasiado tarde.
Y eso era todo lo que Mary podía soportar: Susana se fue sin ser perdonada, y ella se quedó en idéntica situación.
Susana echando a la calle a Mary, con su hijo recién nacido en brazos... Mary consagrada a demostrar que la canalla profecía de su madre acerca de sus hijos no sería realidad... Ya nada de eso existe, no debió existir, mucho menos debió ser perpetuado. Ahora sólo queda el remordimiento. Ahora, el dolor es más que suficiente.
Ambas perdieron. Ninguna ganó. Quizás en otra vida, en otro plano evolutivo, su historia tenga otro matiz -y, por tanto, otro desenlace.
Hasta el próximo post.
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