Expiaciones recurrentes.

Saludos.

Otro año más, otro diciembre. Otra jornada de entrega de regalos a los menos favorecidos. Otra oportunidad más para demostrarnos lo buenas personas que somos. Otra mentira más...

Soy recurrente con el tema, si. Quizás es una psicopatía no tratada, pero no me terminan de convencer los argumentos de quienes participan en esas entregas de regalo en mi oficina. Creo que -en cierta forman- solo demuestran lo hipócritas, temerosos y alienados que pueden llegar a ser.

Cuando estábamos comprando los regalos, el comentario más frecuente fue "algo que sea barato, nada caro..." A un par de ellos les pregunté si le comprarían esa ropa, esos zapatos y esos juguetes a sus hijos, y su respuesta fue la esperada: ¡ni locos!. Entonces, ¿para qué lo hacen? ¿Acaso esas niñas y esos niños no son iguales que sus hijos? ¿O por el contrario son de una "categoría" más económica? ¿La buena intención del gesto no se disuelve en ese caldo de prejuicio y discriminación? Porque, en mi humilde opinión, eso es discriminación. No tengo hijos, espero tenerlos algún día. Y también espero no ser así con aquéllos que no lo son.

El asunto aquí es la motivación. Hay algo que no terminan de verbalizar, y tengo la sensación de que ese "algo" es un factor común en todas y todos. ¿Es una forma de expiar una culpa? Porque para clasistas, busquen a algunas y algunos de mis compañeros de trabajo. Apuesto "fuertes a locha" que si en algún futuro no muy lejano alguno de esos niños se acerca a alguno de ellos, los tratarían con el mejor desprecio que la clase media reciente puede cultivar. Porque no les importan. Porque son "económicos". Porque no son sus hijos, los de "primera". Puede ser que en cuarenta y cinco minutos entregando regalos, pretendan lavar todo el asco que destilaron ante aquéllos que no eran como ellas y como ellos. Irónico...

Si esto es cierto, entonces, actúan por miedo. Miedo al destino, a ese castigo divino que tan bien nos incuban las religiones. Y no hay nada más lastimoso que actuar por temor a una represalia, porque en ese caso lo importante es cumplir, así sea con ropa y juguetes baratos, esos que jamás le comprarían a sus propios hijos. Y el éxtasis de la expiación es la entrega, ver cara a cara a los que se ha ignorado durante tanto tiempo. Ese es el corolario al proceso de "purificación", a tiempo para las festividades navideñas, de preferencia en los Estados Unidos.

La entrega de juguetes de la oficina se hizo esta mañana. Yo no fui. No podía. Sabía que vomitaría al verlas y verlos en su personal rito de limpieza de culpas. Ese rito necesario año a año, a como de lugar. No importa saber quiénes son, ellos no importan... "Importa mi alma, y poder dormir sabiendo que le di un momento de alegría a esos que tanto he despreciado".

Hasta el próximo post.



Comentarios

Yru ha dicho que…
La gente y su afán de caminar siempre con la cabeza en alto, aunque vayan arrastrando la basura a su paso

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