Querer. Amar. Depender.
Saludos.
Tres verbos que en la teoría denotan acciones (más bien, sentimientos) diferentes. No obstante, en la practica, ¡cómo se confunden! Los tres forman una amalgama resistente, duradera y dolorosa, que en muchas ocasiones somete a la razón y la voluntad propias, con resultados catastróficos.
Creo que perder a alguien importante en la vida es una de las circunstancias más complejas por las que atravesamos los seres humanos, dado que no existen estrategias estándares para lidiar con el dolor, los recueros recurrentes y ese vacío que oprime el pecho y bloquea cualquier otro sentido. Porque, paradójicamente, es un vacío que se siente. Todos lo hemos vivido en alguna de sus presentaciones mas comunes: la muerte y la ruptura sentimental. En ambos casos, hay sueños, esperanzas y promesas pulverizadas por el peso de la realidad: se terminó de forma absoluta. Y hay que asimilar que todo lo demás, incluyéndonos, deberá seguir sin ello. Pero es justo aquí cuando la costumbre hace su entrada estelar...
¿Qué será más complejo: acostumbrarse al silencio o perder la costumbre de escuchar a esa persona que ya no está a nuestro lado? Quizá mientras menor sea el nivel de dependencia emocional que tengamos con "esa" persona, mayor será la probabilidad de superar la pérdida en forma adecuada. Pero es sólo una hipótesis que dibujo con trazos gruesos. La costumbre es el sustrato de la dependencia.
Todos hemos perdido gente querida, amada. Y la mayoría hemos sobrevivido, con nuestros propios medios, de la mejor forma que hemos podido. Aquellos que no lo han hecho, tomaron una decisión indiscutible y absoluta, y eso merece nuestro respeto. El tiempo tiene un efecto analgésico, si, es cierto; pero la costumbre mantiene perennemente un hilo de dependencia que a ratos nos recuerda que no siempre hemos estado solos, que hemos amado. En definitiva, eso es lo valioso: no olvidar que amamos, así no olvidaremos sentir.
Me quedó confuso y algo complejo este post.
Hasta el próximo.
Tres verbos que en la teoría denotan acciones (más bien, sentimientos) diferentes. No obstante, en la practica, ¡cómo se confunden! Los tres forman una amalgama resistente, duradera y dolorosa, que en muchas ocasiones somete a la razón y la voluntad propias, con resultados catastróficos.
Creo que perder a alguien importante en la vida es una de las circunstancias más complejas por las que atravesamos los seres humanos, dado que no existen estrategias estándares para lidiar con el dolor, los recueros recurrentes y ese vacío que oprime el pecho y bloquea cualquier otro sentido. Porque, paradójicamente, es un vacío que se siente. Todos lo hemos vivido en alguna de sus presentaciones mas comunes: la muerte y la ruptura sentimental. En ambos casos, hay sueños, esperanzas y promesas pulverizadas por el peso de la realidad: se terminó de forma absoluta. Y hay que asimilar que todo lo demás, incluyéndonos, deberá seguir sin ello. Pero es justo aquí cuando la costumbre hace su entrada estelar...
¿Qué será más complejo: acostumbrarse al silencio o perder la costumbre de escuchar a esa persona que ya no está a nuestro lado? Quizá mientras menor sea el nivel de dependencia emocional que tengamos con "esa" persona, mayor será la probabilidad de superar la pérdida en forma adecuada. Pero es sólo una hipótesis que dibujo con trazos gruesos. La costumbre es el sustrato de la dependencia.
Todos hemos perdido gente querida, amada. Y la mayoría hemos sobrevivido, con nuestros propios medios, de la mejor forma que hemos podido. Aquellos que no lo han hecho, tomaron una decisión indiscutible y absoluta, y eso merece nuestro respeto. El tiempo tiene un efecto analgésico, si, es cierto; pero la costumbre mantiene perennemente un hilo de dependencia que a ratos nos recuerda que no siempre hemos estado solos, que hemos amado. En definitiva, eso es lo valioso: no olvidar que amamos, así no olvidaremos sentir.
Me quedó confuso y algo complejo este post.
Hasta el próximo.
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